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Curiosidades

Pachita: la chamana que decía estar poseída por Cuauhtémoc

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Bárbara Guerrero, mejor conocida como Pachita, fue una de las chamanas más famosas y poderosas de México. Nacida en 1900 en Parral, Chihuahua, tuvo una vida llena de aventuras y desafíos, desde unirse a las filas de Francisco Villa en la Revolución Mexicana hasta trabajar como cantante callejera y cabaretera. Sin embargo, su mayor legado fue el de sanar a miles de personas con sus extraordinarias habilidades paranormales.

Pachita afirmaba que su don de la curación se debía a que era poseída por el espíritu de Cuauhtémoc, el último tlatoani de Tenochtitlán, a quien llamaba “hermanito”. Según ella, Cuauhtémoc era el último poseedor de la facultad de obrar portentos y necesitaba un cuerpo para seguir ayudando a la gente.

En su consultorio en la colonia Roma, en la llamada Casa de las Brujas, Pachita realizaba cirugías milagrosas que consistían en abrir al paciente con un cuchillo viejo, extraer órganos dañados y colocar uno nuevo materializado a través de un portento. Al final, Pachita cerraba la herida simplemente colocando sus manos, tras lo cual no quedaba evidencia del proceso quirúrgico.

Entre sus pacientes se encontraban personas de todas las clases sociales y nacionalidades, desde políticos y artistas hasta campesinos y obreros. Muchos de ellos habían sido desahuciados por la medicina convencional y buscaban una esperanza en las manos de Pachita. Algunos testimonios aseguran que Pachita los curó de cáncer, tumores, ceguera, parálisis y otras enfermedades graves.

Su fama trascendió las fronteras y atrajo el interés de científicos y periodistas que querían estudiar y documentar sus fenómenos. Uno de ellos fue el doctor Jacobo Grinberg, un reconocido investigador mexicano que se dedicó a observar y analizar las operaciones de Pachita durante varios años. En su libro “Las manifestaciones del Ser I: Pachita”, Grinberg relata con detalle sus experiencias y reflexiones sobre la chamana.


Grinberg sostiene que Pachita poseía un control extraordinario sobre la materia y la energía, y que era capaz de materializar y desmaterializar objetos, órganos y tejidos. También afirma que Pachita tenía una profunda sabiduría espiritual, producto de su contacto con el Ser o la fuente primordial de todo lo existente.

Pachita murió el 29 de abril de 1979 en un hospital de la Ciudad de México. Su cuerpo permaneció caliente durante dos días después de su fallecimiento, lo que fue interpretado como una señal de su poder. Su legado sigue vivo en la memoria colectiva y en los testimonios de quienes fueron testigos o beneficiarios de sus milagros.

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