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Opinión

¿Quién espía a Cordero?

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Entre los calderonistas había poco ánimo de fiesta, a finales del 2013. En un brindis navideño, Maximiliano Cortázar –ex vocero de Los Pinos y actualmente, diputado federal– explicaría las razones de la desazón: el senador Ernesto Cordero había recibido una advertencia concreta y contundente, sobre la inminente difusión de grabaciones que lo incriminaban en un plan para hundir al jefe nacional del PAN, Gustavo Madero.

La Ley del Talión, en las filas del blanquiazul. No había pasado mucho desde que Luis Alberto Villarreal fuera acusado –públicamente, pero de manera anónima– por pedir mochadas a los alcaldes de su partido, a cambio de un mayor presupuesto. Y Cordero había exigido que el líder de la bancada panista en San Lázaro dejara su cargo, para limpiar su nombre y salvar al partido de otro escándalo.

Para finales de noviembre pasado, los corderistas desconfiaban de sus smart phones y abreviaban sus conversaciones telefónicas. Su actitud era diametralmente opuesta a la que exhibieron a finales del 2011, cuando buscaron la candidatura presidencial y en el war room del ex secretario de Hacienda sin ningún rubor circulaban las transcripciones de los chats de Josefina Vázquez Mota.

A mediados de diciembre, Cortázar compartió con sus compañeros la preocupación, por el espionaje del que habrían sido víctimas y les aseguró que haría hasta lo imposible por frenar cualquier ofensiva mediática en su contra.

Más tarde de lo esperado, una conversación entre Cordero Arroyo y el diputado federal Fernando Rodríguez Doval –uno de los cuadros juveniles más cercanos a Margarita Zavala–  llegó a la prensa capitalina y exhibió la crisis que vive el blanquiazul y que hasta ahora, no ha merecido un solo comentario de su jefe nacional.

Max no pudo detener la filtración. Y asesorado por consultores españoles, Cordero Arroyo afrontó esta crisis. Además de un road en los medios electrónicos –principalmente por noticieros de la radio comercial–, el equipo de comunicación de ex líder del PAN en el Senado difundió un comunicado para desaprobar la divulgación de su conversación con Rodríguez Doval –hecho que calificó como “lamentable e ilegal”– y anunciar que procederá “enérgicamente ante las instancias correspondientes” para exigir “que lleguen a fondo con las investigaciones” que ubiquen a los responsables del espionaje.

“Es muy preocupante que en un contexto donde está a punto de iniciar la contienda interna”, advirtió, “alguien con acceso a servicios de inteligencia quiera intervenir en el proceso de renovación de la dirigencia nacional”.

Era el mediodía del viernes 10. El senador venía de regreso a la Ciudad de México, después de haber cumplido una estancia en Mérida, junto con su coordinador de campaña, Max Cortázar, y la senadora tlaxcalteca Adriana Dávila. Su anfitriona fue Rosa Adriana Díaz. El audio escándalo, sin embargo, no frenó su recorrido. Ayer, acudió a un desayuno con 100 líderes panistas en el Distrito Federal. Su discurso a favor de la unidad partidista quedó opacado. “¿Quién espía a Cordero?”, es lo que ayer se escuchó con mayor insistencia.

¿Se trata de fuego amigo o de una ofensiva gubernamental? Esa es la principal disyuntiva entre los corderistas. Algunas voces atribuyeron a Juan Ignacio Zavala –cuñado del ex presidente Felipe Calderón– haber señalado al ex gobernador de Morelos, Marco Antonio Adame, como poseedor de un equipo de espionaje. El ex mandatario morelense habría recolectado la información. Pero, ¿quién habría filtrado el audio? Los calderonistas señalan al ex secretario de Comunicaciones y Transportes, Juan Francisco Molinar Horcasitas, como el operador de esta intriga, que sería una advertencia de los cuadros maderistas al movimiento interno que se gesta contra la reelección del jefe nacional y también, una respuesta a una anterior filtración que trató de afectar Luis Alberto Villarreal.

Ambas filtraciones tienen un denominador común: la intención de exhibir las “mochadas” supuestamente impuesta a alcaldes, durante la confección del presupuesto de egresos de la Federación.

El spin de la información apenas revelada dio al traste –si la hubo– a la intención de exhibir a quienes usarían indebidamente los recursos públicos. Más que su lenguaje soez, queda en evidencia el propósito de Cordero de eliminar al jefe nacional del PAN y sus aliados. Eso será como marca indeleble de este trance, que no hace más que corroborar que la lucha por la dirigencia panista ocurrirá en el fango.

¿Mano negra? Si Madero estuviera detrás de este periodicazo sería un signo muy preocupante, pero comprobaría algo que ya se sabe: su reelección no es tan segura. Entre los panistas creen muy poco que se haya tratado de una auto filtración, aunque nada descartan. “¿Crees que Madero iba a filtrar esto, con los recursos que tiene? No dudo que tenga otras cosas más interesantes”, refirió uno de los generales de uno de los sectores más ortodoxos del partido.

EFECTOS SECUNDARIOS

 

PLEITAZOS. Las fisuras entre los calderonistas pasan necesariamente por su equipo de comunicación política. Algunos panistas suspicaces que sirvieron durante el sexenio anterior en Los Pinos recientemente han manifestado su extrañeza ante lo que califican como una embestida mediática contra Alejandra Sota y sus colaboradores. Eso sí, no meten al mano al fuego por ellos, aunque tampoco lo haría –subrayan– por Max Cortázar, quien sería blanco de próximos ataques y descalificaciones.

TRIPLE PLAY. Un moderno complejo de edificios por los rumbos de Santa Fe, muy cerca del campus del Centro Bancomer, es la sede de la nueva unidad de negocios de Televisa enfocada a concentrar su oferta de servicios de proveeduría para la industria de las telecomunicaciones. Técnicos de Bestel y Cablevisión allí tendrán su central de operaciones, a la que acudirán Telmex, Iusacell y Axtel, por citar a las más importantes empresas interesadas en dar el siguiente paso y ofrecer contenidos en plataformas móviles.

 por  / .elarsenal.net

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