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Opinión

Promulgación de la Reforma Educativa

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Este es un buen saque de salida que no puerto de llegada. Es el producto de esfuerzos que por décadas se había impulsado y, su concreción elevándolo a rango constitucional, se debe al conjunto de voluntades del gobierno, de los partidos políticos suscriptores del Pacto por México y, sin duda, de los legisladores, que enriquecieron la propuesta y la nutrieron con sus aportaciones, pues mejoraron sustancialmente la iniciativa presentada.

 

En términos reales, la reforma al artículo tercero constitucional, puede quedar en letra muerta, si esos postulados, criterios y obligaciones estampadas en la carta magna no se ven cumplidos en la práctica. Para ello es necesario realizar las adecuaciones a las leyes secundarias y echar a andar las acciones para la implementación de las innovaciones en el sistema educativo.

Estamos conscientes que cualquier cambio provoca resistencias, como en este que nos ocupa, donde el sindicato magisterial se siente afectado e inclusive tacho de ignorante al secretario de Educación, Emilio Chuaffet, quien en su discurso en la ceremonia de promulgación, regresó de una forma muy sutil la ofensa, señalando que quienes pretenden desinformar el contenido de la reforma lo hacen por ignorancia e invita a abordar la educación sin frivolidades y sin chantajes. Y eso que apenas empieza, ha continuado con la detención de la líder del sindicato, la maestra Elba Esther Gordillo, seguramente las reacciones no se harán esperar.

Esta parte es merecedora de un análisis de mayor envergadura, en tanto que representa un poder real, y esa acción, independientemente de la responsabilidad legal que exista, no fue improvisada, sino por el contrario, planeada y calculada.

No obstante, un punto en el que existe coincidencia entre todo mundo, se remite a la urgencia de mejorar la educación en México. En esta parte todos estamos de acuerdo y ese fue el ánimo de la reforma, aunque existan diferencias en algunas partes de ella. Ahora falta aterrizar el tema adecuando las leyes y aquí es donde se va a presentar el estira y afloje.

Varias cuestiones se tendrán que afinar: darle vida al recientemente creado Instituto Nacional de Evaluación, cuyo objetivo principal es evaluar el sistema educativo de manera integral, lo que va a provocar ajustes en el modelo y permanente evolución en ese rubro. La parte sensible se remite a los maestros, se requiere adecuar el capital humano a efecto de que estén a la altura de los retos, desde su preparación, capacitación y evaluación. Esta parte se encuentra vinculada con el ingreso, promoción y permanencia -este término no les agrada en lo absoluto-, ya que si el objetivo es tener una educación de calidad, se tiene que buscar lo mejor. Algo que debe decirse, es que lo bueno cuesta y en esa medida se tendrá que ir adaptando con una estructurada planeación el esquema de la previsión social del personal docente.

Es momento de escuchar a los padres de familia, a las organizaciones que defienden los derechos de la infancia, a los propios maestros y a todos aquellos que estén dispuestos a aportar ideas, propuestas y experiencias, cuya intención sea la de construir reglas para la educación. Este es realmente un tema de fondo que no puede constreñirse únicamente a la visión que tenga el Estado, es de tal magnitud y trascendencia por sus implicaciones en el corto, mediano y largo plazo, que resulta obligado el buscar la más amplia participación social.

Si bien, este es un paso esencial en aras de impulsar un desarrollo en la educación, donde se contempla un impacto positivo en el país, no puede quedar truncado. Cuando se toma la decisión, se cierran filas y se fija la meta para llegar al objetivo. Por ello urge adecuar las leyes secundarias y realizar las acciones necesarias para arribar a los objetivos.

Ya nos subimos al tren y lo peor que puede ocurrir es saltar cuando está en marcha.

Por: Alejandro Zapata Perogordo / elarsenal.net

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