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Opinión

Los socios de Moreno Valle

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Unos minutos antes del mediodía, un escuadrón de guardaespaldas ocupa discretamente a una de las cafebrerías más concurridas de la colonia Hipódromo Condesa.

De ellos, un par vigila las escaleras y otra pareja, el acceso principal por el que cruza un joven –lleva un portafolios colgado a la espalda– que recorre todo el local y en la terraza localiza una mesa con dos comensales. Hasta entonces, ingresa el presidente nacional del SNTE, Juan Díaz de la Torre, quien desahogará allí el resto de su agenda… hasta la hora de la comida.

Al igual que Elba Esther Gordillo, el líder magisterial casi no asiste a eventos públicos cuando está en la Ciudad de México. A diferencia de su antecesora, casi no se traslada por helicóptero; por las amenazas de la disidencia, rara vez despacha en la sede sindical y de gira, siempre está protegido por elementos policiacos.

En funciones, Gordillo viajaba en un Bell 412 que aterrizaba en los prados del fraccionamiento de Santa Fe en el que tenía su vivienda y esporádicamente utilizaba el helipuerto de la Torre Iusa Reforma, donde ahora frecuentemente se deja ver el gobernador de Puebla Rafael Moreno-Valle, quien se traslada a la capital de la República en el Agusta 109 S, matrícula XC LMO.

Más por pragmatismo que por prevención, Moreno-Valle despacha en el piso 11 de ese rascacielos; una oficina alterna a la representación de Puebla en el Distrito Federal, que hace una década debió salir de Polanco, después de que los vecinos de ese lujoso barrio externaran su molestia por las constantes manifestaciones contra el gober Precioso.

Hasta mediados del año pasado, el mandatario viajaba acompañado por el internacionalista Marcelo García Almaguer y el economista Fernando Manzanilla Prieto. Esta tríada –protagonistas de la historia reciente de Puebla y con proyección dentro del PAN nacional– trabajó durante 20 años bajo una misma causa, que tuvo sus ideas primigenias en Boston. Ahora, van por caminos distintos. Y sin sus viejos amigos, Moreno-Valle parece avanzar hacia un precipicio.

Sin la asesoría de Almaguer –el genio de la comunicación política que ayudó a encumbrarlo– apoyado únicamente en la operación política y mediática de Luis Maldonado Venegas, su secretario de Gobierno, Moreno Valle enfrentó la mayor crisis de su gobierno y a mediados de la semana pasada estuvo en la Torre Iusa para presentar las evidencias que sustentaban la versión que el procurador Víctor Carrancá defendía en las estaciones de radio: las lesiones que afectaron al joven José Luis Tlehuatlie Tamayo fueron ocasionadas por la explosión de un cohetón y no por las balas de goma supuestamente empleadas por las fuerzas policiales.

Héctor Alcudia Goya, quien sustituyó a García Almaguer como director de Puebla Comunicaciones, fue mudo testigo de los intercambios, que sorprendieron al mandatario por la beligerancia de algunos comunicadores y a éstos, por lo largo de las exposiciones y lo enredado de los planteamientos.

La estrategia oficial resultó fallida, pues la PGR rechazó intervenir en las pesquisas y la propuesta de derogar la llamada “ley bala” quedó condicionada a un engorroso proceso legislativo, del que la minoría priista no quiere ser cómplice. Y es que las instrucciones de la dirigencia nacional del tricolor, encabezada por César Camacho Quiroz, convalidan la andanada contra el gobernador de Puebla, que en épocas recientes se ha convertido en uno de los principales obstáculos para la consolidación electoral de los peñistas, como quedó demostrado en Baja California, el año pasado, y más recientemente en Nayarit.

Por acción o por omisión tanto el principal operador político, el procurador y el vocero han errado en el evento que podría resultar en el punto de quiebre en la carrera política de su jefe, quien además tiene en su “cuarto de guerra” al ex diputado neoaliancista Gerardo Islas y al abogado Juan Pablo Piña Kurczyn, el único integrante de la cúpula priista que respaldaría la causa moreno-vallista.

Sin vasta experiencia en el litigio o el proceso penal, el hijo del ex gobernador Mariano Piña Olaya pasó casi toda su trayectoria profesional en la CNDH, salvo por el lapso de 18 meses en que fungió como consejero jurídico del gobernador poblano. Desde hace un año funge como secretario general de la Fundación Colosio, pero Moreno-Valle puso su destino en manos del ex visitador del organismo autónomo.

Hace tres meses, Juan Pablo Kurczyn declinó la propuesta de integrarse al nuevo IFAI, como comisionado, para buscar –el próximo año– una diputación federal. Su madre, Patricia Kurczyn, ocupó esa posición sin escozor, con el afán de aportar su experiencia como abogada especializada en derecho laboral.

Han pasado tres semanas de los trágicos hechos en Chalchihuapan y la imagen de Moreno-Valle sufre un severo deterioro a pesar del enorme esfuerzo mediático y un tardío espaldarazo de la cúpula panista. Aislados de este escándalo han quedado Facundo Rosas, secretario de Seguridad Pública y la primera dama, Martha Erika Alonso de Moreno Valle, quien además es presidenta honoraria del Sistema DIF en la entidad.

El primero, blanco preferente de la ofensiva que busca debilitar al gobierno poblano, conveniente fue retirado de la línea de fuego debido a sus escasas habilidades comunicacionales.

Correo electrónico: aam@mexico.com

Por  / La Columna / elarsenal.net

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