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Opinión

LA REVOCACIÓN DEL PRESIDENTE

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 LA REVOCACIÓN DEL PRESIDENTE

Por Tayde González Arias

El pasado 4 de febrero inició un proceso democrático sin precedentes en nuestro país, se trata de la revocación de mandato, que tendrá verificativo el próximo domingo 10 de abril, en este periodo los gobiernos municipales, estatales y el federal, están limitados a evitar influir a favor o en contra en el posible resultado del ejercicio en referencia, sin embargo, estamos tapizados de publicidad en espectaculares por el sí, a la continuidad del mandatario federal.

Los principios de equidad e igualdad se encuentran rebasados siempre, que, sólo prevalece en la publicidad en su mayoría una sólo opción y no ambas partes, es decir el sí a la continuidad y el no al seguir. No se necesita más que salir a la calle, a la carretera, o hacer un viaje cercano para ver la cantidad de anuncios publicitarios de todos los tamaños, especialmente espectaculares en los que expresamente se invita a votar por el sí a la continuidad de El Presidente.

Aunque la ley de revocación de mandato se remonta a septiembre de 2021, vale la pena hacer una revisión a la misma, una vez que al parecer fue a aprobada a contentillo, y aunque le confiere responsabilidades y tareas a la autoridad electoral, sólo hace mención a la promoción en medios de comunicación como radio y televisión, mismos que el Instituto Nacional Electoral monitorea, pero curiosamente no menciona los costosos espectaculares ubicados en casi todas las urbes o carreras y vías de mucho tránsito.

Ahora bien, pensemos que estamos en una cancha pareja, que hay mitad y mitad de anuncios por el sí y por el no de la continuidad del presidente de la República, estuvieran colocados, aun así, todo quedaría en la conciencia y decisión personal de quien ostenta el Ejecutivo Federal, es decir se tratará de una condición voluntaria el irse o quedarse dependiendo los resultados, por lo que  en definitiva para que el ejercicio sea democrático, debiera considerarse en la ley,  la institución o poder de la unión que exija la salida o permanencia del Presidente.

¿Qué pasaría si ganase el no?, no abonará ésta decisión a una inestabilidad que no le vendría para nada bien a nuestro país, que se encuentra inmerso en una crisis de inseguridad de la que no puede salir, y no se vislumbra que lo hagamos en el corto plazo. O bien le daría un golpe a la autoestima tan alta de la que goza el presidente del sol azteca. Aunque es claro que todo está pensado para que los resultados sean favorables a sus intereses, lo que es normal, ¿no es muy costoso o muy caro un proceso de esa naturaleza para que al final haga lo que quiera?

Sin duda hay cosas que salen caras, pero también gastos innecesarios que más en el tiempo de crisis cobran factura que cuando se vive en la solvencia económica, y todas y todos ya sabemos en las condiciones en las que estamos.

Sin jugar al adivino, ganará el sí, que sigan el Presidente, y entonces esa pseudoconfianza, ¿para qué la utilizara el presidente?, ¿será para poner con mayor facilidad a sus candidatos en las elecciones por venir?, ¡para influir en las elecciones intermedias a favor de sus correligionarios?, o ¿para redoblar esfuerzos en favor de las estrategias y políticas para el desarrollo del país?, yo deseo que sea esto último.

Considerando las condiciones en las que se llega a la revocación de mandato, en la que se vieron envueltos en dimes y diretes el Presidente de la República y el Presidente del INE, vale la pena, pensar en un resultado transparente, pero siempre en el marco del respeto a las instituciones que le han costado dinero y tiempo consolidar a México, tal vez sea tiempo también de voltear a aquellos países con sistemas políticos democráticos pero inspirados en el parlamento, para que ese protagonismo que por años ha tenido el primer mandatario, se vuelva un debate constructivo y una toma de decisiones colectiva.

Por otro lado, es cierto que los temas de salud, educación o cultura pueden seguir publicando como acciones o información, pero es deseable que cualquier decisión que tomemos los ciudadanos no sea como agradecimiento a los recursos que otorga el gobierno federal, que no son otra cosa más que una obligación y parte de lo que pagamos en impuestos, sino que se privilegie la lucidez y se vote en consecuencia a las realidades en las que vivimos.

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