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Opinión

Gordillo: entrar y salir por el excusado

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Enrique Peña tomó posesión el 1 de diciembre. Pero ayer tomó el poder: tumbó al primer poder fáctico del país. Apresó a Elba Esther Gordillo.

 

“Se moverá todo lo que se tenga que mover”, advirtió Peña en su discurso de estreno como presidente, al anunciar lo que se entendió como su Quinazo: quitar a Gordillo el monopolio educativo que tiene a México en el lugar 48 de 65 naciones evaluadas por la OCDE en lectura, matemáticas y ciencias.

Envió así un mensaje claro: la Presidencia ya no era imperial, pero el librito seguía intacto: El presidente tiene que empezar demostrando quién manda… lo que desde el 10 de enero de 1989 se llama El Quinazo.

Sólo que lo hizo a través de la Constitución: envió al Congreso una iniciativa (que ya es Ley y fue promulgada antier) para reformar el Artículo 3 Constitucional y la Ley General de Educación, estableciendo bases para el Servicio Profesional de Carrera Docente, para que los aspirantes a permanecer como maestros lo hagan por méritos propios.

La respuesta de Gordillo fue usar la táctica de “jugar con la cadena, pero no con la fiera”: dedicó casi 90 días a desprestigiar al secretario de Educación del presidente, y a los legisladores que aprobaron la Reforma, mientras elogiaba a Peña. “El presidente es caballeroso, es generoso”, le dijo el jueves pasado a Adela Micha.

De hecho, la clave del inicio del ascenso y el final de su caída (construyendo un descomunal imperio de corrupción) se la dio a la propia Adela, al revelarle cómo se hizo líder del SNTE en 1989, tras llegar a Los Pinos para recibir la encomienda de sustituir al defenestrado líder magisterial de entonces, Carlos Jongitud. “Entré por el excusado”.

Pero, 23 años después, la maestra sale de la escena política, como ella misma admitió que llegó: “Por el excusado”. Se va presa, acusada de lavado de dinero en sólo dos cuentas de 81 detectadas, por un monto mayor a los dos mil 600 millones de pesos gastados en artículos de lujo, aviones privados, tarjetas de crédito y trasferencias a bancos suizos.

Sin embargo, hay una característica particular en el aporte del Quinazo de Peña al librito de la política doméstica: tiene sustento jurídico pleno y no es una acción para “legitimarse” porque fue electo democráticamente, sino que es un acto de poder para fortalecer el presidencialismo. Pero no a la vieja usanza con reglas no escritas, sino ahora con base en la ley.

La arrogancia de 23 años de impunidad de Gordillo le impidió leer la nueva situación y volvió a desafiar al presidente de México, pero esta vez un presidente de gen priista.

Y que, además, quiere ser reformador.

Por: Rubén Cortés / elarsenal.net

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