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Opinión

Encarcelar ex gobernadores: ruta a Los Pinos

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La persecución de un gobernador saliente a manos de un entrante, luce hoy como una estrategia sumamente redituable para obtener posicionamiento y rating. En algunos casos, lograr poner en prisión al antecesor en el cargo parece el único tema de la agenda política estatal, la prioridad de la acción de gobierno, por encima de la educación, el desarrollo social, la salud y la seguridad.

No sabemos si algunos de estos gobernadores persecutores, verdugos de sus antecesores en el cargo, estén haciendo algo por la población que dicen gobernar o no. Sólo trasciende a la prensa lo relacionado con sus santas inquisiciones personales, fundamentadas o no, contra sus villanos favoritos, que, eso sí, por supuesto, siempre son de un partido distinto. Por lo menos hasta ahora…

El caso más ilustrativo de esta insistente tendencia justiciera de la alternancia partidista –o quizá debamos llamarla moda revanchista- es, claro, la cruzada contra la corrupción y el enriquecimiento inexplicable que emprendió el gobernador de Tabasco, Arturo Núñez Jiménez, contra el químico Andrés Granier. No sabemos qué más haga en su entidad Núñez por los tabasqueños, lo único que conocemos es el monolito noticioso que le representa jugosa exposición mediática, es decir, el caso Granier.

No se puede criticar a Núñez por buscar que Granier, quien a todas luces es un pillo de siete suelas, se presente ante un juez para aclarar todo lo concerniente a los cerca de 23 mil millones que se han denunciado como un saqueo de las finanzas estatales.

Núñez hace lo correcto al no tapar las espaldas a quien fue su precedente en el gobierno de esa entidad del sur mexicano. Hace bien al no quedarse callado. Hace bien por no ser cómplice. Hace bien porque no tiene por qué cargar con los desfalcos de alguien como Granier y su familia. Hace bien porque se trata de dinero público, de dinero que pertenece a todos los tabasqueños. Además, Núñez encarna la alternancia política tabasqueña, lo cual es algo histórico.

Sin embargo, no puede el mandatario perredista tener como único tema durante todo su sexenio, el encarcelamiento de Granier y algunos personeros de su gabinete. La verdad es que la alternancia siempre da para más y los tabasqueños esperan que haya más motivos para sentirse orgullosos de su nuevo gobernador, más allá de la justicia que sí es encomiable hacer ante ejemplos de corrupción tan extremos como el que Granier no puede ocultar.

Pero hay más casos. Tenemos al del gobernador priísta Carlos Lozano de la Torre, de Aguascalientes, intentando apresar al panista Armando Reynoso Femat, su antecesor (gobernó de 2004 a 2010), por la presunta pérdida de un tomógrafo con un valor aproximado de 14 millones de pesos. Esta cantidad es bastante ridícula si tomamos en cuenta que a Humberto Moreira, ex gobernador de Coahuila, se le señala por haber presuntamente dispuesto hasta de 30 mil millones de pesos, o que Granier no ha explicado un faltante de 23 mil millones. ¿Pondrá tras las rejas Rubén Moreira a su hermano Humberto? En Tamaulipas ¿Egidio Torres Cantú perseguirá a Eugenio Hernández Flores, o al impresentable Tomás Yarrington? En Veracruz ¿Javier Duarte hará algo contra Fidel Herrera?

El gobernador del PRD en Morelos, Graco Ramírez, también ha hecho señalamientos por supuestas irregularidades en torno al gobierno anterior, sin mencionar directamente el nombre del mandatario que lo precedió.

En esa misma situación está el gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval, quien halló que un miembro del gabinete anterior del área hídrica habría desviado cerca de mil 200 millones de pesos, sin que en eso haya tenido que ver el mandatario saliente.

Hay mucho que investigar aún en cada uno de esos casos, donde la justicia hoy por hoy no ha dictado nada concluyente. Lo que sí queda claro es que esto que hacen hoy los gobernadores contra sus antecesores, en reciprocidad podrá ser aplicado sin escrúpulos contra ellos mismos una vez que dejen el cargo.

Así que sus ánimos justicieros serían loables por doble partida: uno, porque combaten a fondo la corrupción y velan por la transparencia y las sanas finanzas estatales; y dos, porque ellos mismos están obligados a no ser corruptos, ya que quienes los sucedan en sus puestos sin duda los tendrán en la mira, en especial si no son de su mismo partido. “Como juzgas serás juzgado”, dice la sabiduría popular. Y está bien.

Pese a todo, no hay muchos ejemplos de ex gobernadores presos. Es un fenómeno con acaso sólo un ejemplo notorio. Pienso en el encarcelamiento de Mario Villanueva (alias el Chueco) quien fuera gobernador de Quintana Roo de 1993 a 1999, y más tarde llevado a la cárcel tras un juicio en el que se le halló culpable por delitos contra la salud. Ese juicio, sin embargo, no fue impulsado por su sucesor a nivel estatal, sino desde Los Pinos.

Muy distinto el caso de Villanueva a lo que vemos hoy, donde gobernadores en funciones intentan poner tras las rejas a sus antecesores, lo cual no parece un solo acto de justicia espontánea en ningún caso, sino más bien, una calculada estrategia para captar la atención nacional, y en algunos casos, incluso para posicionarse como ejemplo de transparencia y combate a la corrupción y entonces coquetear con el 2018 y la presidencia de la República.

Estos lances personales de gobernadores contra ex gobernadores, al mismo tiempo, representan que el centro de gravedad del poder en México se ha desplazado de los Pinos a los feudos estatales, donde los mandatarios hacen y deshacen, y no necesariamente se pliegan a la voluntad del presidente en turno, sean o no militantes de su mismo partido. Una confederación de gobernadores que aboguen por sus intereses particulares bajo una lógica de “independencia estatal” y no de unidad nacional, de pacto federal, es un grave peligro de la democracia.

Por lo pronto, Arturo Núñez tiene la oportunidad de ir ya escribiendo las líneas de su campaña a Los Pinos: “Un político que sí llegó hasta las últimas consecuencias en el combate a la corrupción”. O bien: “Lo que hicimos en Tabasco, lo haremos a nivel nacional”. Suena interesante.

Pero por ahora es sólo un sueño ver preso a Granier. Una mano que mece una cuna del más alto nivel lo está protegiendo. Qué pena que el PRI siga igual y sólo aplique la justicia en los bueyes de su compadre.

Por: Raúl Tortolero /elarsenal.net

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