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Opinión

El desafío de Margarita Zavala

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La participación política de las mujeres está creciendo en todo el mundo. La aspiración por tener mujeres en posiciones de decisión y poder, al tiempo que es una demanda social, se ha vuelto un activo para la mayoría de los partidos. Aunque algunos no sepan explicar por qué. Pero, ¿cambia efectivamente la realidad de las mujeres y las niñas al tener mujeres en el ejecutivo?

Margarita Zavala, aspirante a candidata independiente por la Presidencia de México, está a punto de lograr recabar las firmas necesarias para formalizar su postulación. Eso en sí mismo es un logro, no sólo por que sería la sexta mujer en la historia de México en aspirar a esta posición, sino por lograr dejar de lado a las estructuras de los partidos.

Aunque la sola llegada de una mujer al poder rompa techos de cristal y estereotipos, la representación femenina no siempre es suficiente para avanzar en la agenda de género y garantizar la igualdad entre hombres y mujeres.

El caso de Michelle Bachelet en Chile es paradigmático. La presidenta saliente del país sudamericano hizo una administración transformadora. Logró reformas profundas en temas laborales, educativos y electorales. Sin embargo, dejó hasta el final de su gobierno el derecho al aborto en tres causales. Esa reforma, que sacó a Chile de un dramático retraso regional en materia de género, fue una de sus grandes promesas de campaña, pero no una de sus prioridades como gobierno.

Zavala, como Bachelet en su momento, han jugado a la política en un mundo –y con las reglas– de los hombres. Lo que es inaceptable es que a las candidatas se les juzgue por las acciones y el desempeño de sus maridos.Magda Coss, periodista, escritora y fundadora de la asociación civil 24-0 México.

Si bien Zavala, desde sus posiciones en el Congreso de la Unión, ha defendido reiteradamente el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia y señalado que esta tarea requiere de la voluntad de los gobiernos y debe ser asumida como una responsabilidad del Estado, en otros temas de la agenda de género y la inclusión, se ha mantenido al margen e incluso ha defendido las posiciones conservadoras del que hasta hace poco era su partido, el PAN. La campaña o la independencia, le han permitido a Zavala expresar posiciones más liberales de las que manifestó cuando era integrante de dicho partido.

Un tema que ha señalado la futura candidata es que la justicia debe ser de vida cotidiana para las mujeres. Hacerlo realidad es una larga deuda pendiente, es indispensable y transformador, sin embargo de lo que se le pregunta es sobre la impunidad, la corrupción o si seguiría la misma estrategia contra el narcotráfico de su esposo cuando fue presidente y cuál sería su influencia en el gobierno que ella encabezaría si gana.

No es de extrañar que otros temas –como la economía, el combate a la corrupción– ocupen un lugar más prioritario que la equidad en la agenda: Zavala, como Bachelet en su momento, han jugado a la política en un mundo –y con las reglas– de los hombres. Lo que es inaceptable es que a las candidatas se les juzgue por las acciones y el desempeño de sus maridos.

¿Y qué dicen los contrincantes en materia de género?

Andrés Manuel López Obrador (AMLO), candidato del partido de izquierda popular Morena, no ha destacado por sus políticas de género. No avanzó en derechos sexuales como Jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Ha centrado sus propuestas de género en las madres solteras y en “aminorar la carga de los hijos a las mujeres” con becas y apoyos, implicando que la principal función de las mujeres es ser madres y que los hijos son de las mujeres. Además, vale destacar la alianza de AMLO con el Partido Encuentro Social, de inspiración evangélica y conservadora con la que decepcionó a grandes sectores de la izquierda.

Dichos sectores se quedan sin candidato cuando María Jesús Patricio, la candidata indígena independiente, no alcance a juntar las firmas para estar en la boleta.

El desafío de Zavala no solo es lograr ser la primera mujer presidenta de México, sino gobernar en un mundo de hombres sin someterse a los designios patriarcales sobre el rol de la mujer. Esa gran transformación hacia la equidad sigue siendo un desafío para las mujeres en el poder.Magda Coss, periodista, escritora y fundadora de la asociación civil 24-0 México.

Ricardo Anaya, del conservador PAN, que va en alianza con el progresista PRD, prácticamente carece de agendade género –o de agenda– pero presumió en redes sociales haber llevado a su hijo a la escuela, lo cual hacen cientos de mujeres y hombres diariamente sin anunciarlo. Su partido ha destacado por promover “el derecho a la vida”, incluso en casos dramáticos como los embarazos productos de violación de menores. El PRD más preocupado por asegurar posiciones políticas, no ha presionado para colar el tema de equidad en la agenda.

El candidato del PRI, José Antonio Meade, se presenta con una ideología independiente y propone una agenda más elaborada en este rubro con 5 puntos para acortar la brecha de género. El principal es el derecho elemental a recibir la misma remuneración por trabajo igual y acabar con la inequidad de salarios, así como dar apoyos a mujeres emprendedoras. Otro tema sustantivo es el de eliminar la violencia contra las mujeres a quienes “no se les debe tocar ni con el pétalo de una rosa”, lo cual nos hace poner en duda si hay convicción en lograr ver a las mujeres como iguales.

Los otros dos puntos de los temas “de las mujeres”, son también respecto a los hijos (becas y guarderías). Meade entiende que “México no puede salir adelante sin equidad de género”, pero la alianza que lo postula está lejos de haber demostrado un historial en ese sentido.

Así, el desafío de Zavala no solo es lograr ser la primera mujer presidenta de México, sino gobernar en un mundo de hombres sin someterse a los designios patriarcales sobre el rol de la mujer. Esa gran transformación hacia la equidad sigue siendo un desafío para las mujeres en el poder. Pero ese desafío es, también, su gran oportunidad.

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