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¿Cuestión de enfoque? Los puntos de fricción entre EE.UU. y México en materia migratoria

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El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y su homólogo estadounidense, Donald Trump Daniel Becerril / Joshua Roberts / Reuters / Reuters
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El presidente estadounidense, Donald Trump, acusó al Gobierno mexicano de hacer poco para detener el flujo migratorio. ¿Es cierto?

La relación entre México y EE.UU. entró en un nuevo punto de fricción este jueves, ante el señalamiento del presidente Donald Trump sobre la “poca acción” del Gobierno mexicano para detener la ola migratoria.

“México no está haciendo nada para ayudar a frenar el flujo de inmigrantes ilegales hacia nuestro país (…) son puras palabras y cero acción“, escribió Trump en su cuenta de Twitter, y acusó a Honduras, Guatemala y El Salvador de tomar el dinero de EE.UU. “durante años” y no hacer “nada”. Además, amenazó con cerrar la frontera sur.

Ante el tuit del mandatario estadounidense, el Gobierno mexicano respondió de manera inmediata e intentando no aumentar el conflicto con la Casa Blanca. 

Durante la conferencia matutina, el presidente Andrés Manuel López Obrador señaló que su Gobierno seguirá insistiendo en atender “las causas que originan la migración”. 

“Él (Donald Trump) tiene una visión que respeto yo, y que considero legítima, pero nosotros tenemos como estrategia para atender el fenómeno migratorio la creación de oportunidades de empleo y bienestar”, dijo el mandatario mexicano.

Las distintas posturas

Desde octubre de 2018, la llegada de las caravanas migrantes a México, conformadas por centroamericanos que huyeron de la violencia y la pobreza en sus países de origen con el sueño de llegar a EE.UU., provocó una política punitiva desde la Casa Blanca. 

Para detener el supuesto “intento de invasión de ilegales, a través de grandes caravanas”, Trump autorizó el despliegue de 5.200 militares a la frontera con México. 

A principios de enero, en medio de la militarización en la frontera sur para detener la caravana, las autoridades estadounidenses lanzaron gas lacrimógeno hacia territorio mexicano para repeler a unos 150 migrantes que trataban de cruzar la valla fronteriza en Tijuana, Baja California (norte de México). 

Algunos reporteros que cubrían la frontera sur, revelaron que las descargas de gas afectaron a los migrantes, incluidos mujeres y niños, así como a miembros de la prensa.

Después de la férrea discusión entre demócratas y republicanos para llegar a un acuerdo sobre el presupuesto del Gobierno federal, Trump logró obtener 1.375 millones de dólares para el muro en la frontera, una cifra por debajo de lo que el mandatario solicitó: 5.700 millones de dólares. 

Ante la falta de financiamiento para el muro, Trump declaró el estado de emergencia nacional, ya que, según el mandatario, su país está siendo invadido con drogas y “todo tipo de delincuentes“, algo que ha calificado de un grave riesgo para la seguridad nacional estadounidense.


La declaración de emergencia nacional permitirá al mandatario estadounidense redirigir fondos de otras partidas gubernamentales para financiar su proyecto, sin necesidad de contar con la aprobación del Congreso de EE.UU.

Desarrollo para la región

La llegada de López Obrador a la presidencia de México representó un cambio en la política migratoria del país latinoamericano.

Como parte de su perspectiva de atender “las causas” de la migración, el Gobierno mexicano anunció un ambicioso Plan de Desarrollo Integral,que constará de 35.600 millones de dólares para promover el desarrollo en Centroamérica y el sur de México, con el objetivo de frenar el fenómeno pero con otro enfoque.

Según lo anunciado por el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, EE.UU. aportará 5.800 millones de dólares para promover el desarrollo en Centroamérica; mientras que México invertirá 25.000 millones de dólares en proyectos para el sur de su frontera, que colinda con Centroamérica. 

Cuestión de enfoque

A pesar de la aparente consonancia de la Administración Trump con el plan de desarrollo para Centroamérica, las zonas de fricción entre los Gobiernos de EE.UU. y México no pudieron ser más evidentes este jueves. 

Trump, como lo ha hecho desde su llegada a la presidencia, mantiene su posición de exigir la militarización en la frontera y la construcción de un muro para detener el flujo de personas hacia EE.UU. y el tráfico de drogas. 

López Obrador, por su parte, insiste en la colaboración y el desarrollo en Centroamérica para detener el flujo migratorio, sin políticas de carácter punitivo. De la búsqueda de puntos en común dependerá la proliferación de más caravanas o el inicio de un proceso, difícil y prolongado, para la recuperación económica y social de países que siguen signados por la pobreza, la violencia y la falta de oportunidades.

José Beltrán

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